A día de hoy, ningún fabricante de automóviles se acerca a Tesla en lo relativo a funcionalidad software, este valor añadido, junto a la apuesta por el coche conectado, y la inmejorable campaña en redes sociales e internet, han hecho de esta marca una especie de nicho de fans y entusiastas, que entre otras cosas han provocado que su valor en bolsa se dispare a cotas más que sorprendentes, sobre todo comparándola objetivamente con marcas de la competencia con mejores números económicos y ventas.
El que adquiere un Tesla, se lleva a casa una especie de coche gadget, que incluye una enorme tablet central desde la que controlar todos los aspectos del coche, o la posibilidad de gestionar remotamente desde el smartphone distintos aspectos del automóvil. Desde su consola central, disponemos de Tesla Theatre, con acceso a Spotify, Netflix o Youtube; y con Tesla Arcade podemos jugar a una larga lista de videojuegos, e incluso cantar en modo karaoke.
Todo lo anterior ha puesto a la marca en titulares, y ha ocultado otras realidades, como las deficiencias de fabricación y acabados en un automóvil de su rango de precio.
En todo caso, lo que sí está claro es que a nivel software Tesla se encuentra años por delante de la competencia, con una CPU central (el cerebro del coche), capaz de realizar 144 mil millones de operaciones por segundo, y sobre todo, con una arquitectura en la que han centralizado verticalmente las funcionalidades principales del automóvil, cuando en la competencia normalmente existen diversas centralitas distribuidas en unidades separadas. Esto mejora el rendimiento, y facilita la actualización software de componentes.
No obstante, esa evolución hacia el coche conectado, conlleva nuevos retos de seguridad, difíciles de solventar. Y fijándonos precisamente en el caso de Tesla, podemos ver lo que nos deparará el futuro a corto plazo, poniendo de relieve algunas incógnitas.
Actualizaciones software:
Empecemos por una de las bondades de Tesla, la posibilidad de recibir actualizaciones automáticas vía OTA, de modo que un bug, un fallo de seguridad, o simplemente una mejora funcional se recibe en el automóvil de manera prácticamente transparente al usuario. Esto es una ventaja frente al coche no conectado, dónde las actualizaciones, aunque simples como el correspondiente al firmware de la consola o los mapas, pasan o bien por una actuación en taller, o por pelearse una tarde entera con pinchos USB cargados con software obtenido de la web oficial del fabricante.
Pero en todo caso, surge una duda, el ciclo de actualizaciones, y la obligatoriedad de aplicación. Es decir, vemos como constantemente hay agujeros de seguridad o fallos en software de referencia, o sistemas operativos más que maduros (windows, mac, android…), y cómo inevitablemente se produce un obsolescencia de software, sistemas que dejan de estar soportados y por tanto no reciben actualizaciones tras unos años.
Esto aplicado al automóvil genera retos importantes, ya que un smartphone que normalmente deja de recibir actualizaciones a los 2 o 4 años, ni mucho menos tiene un ciclo de vida como el de un coche, que por ejemplo en España ronda los 12 años.
Si gigantes del software como Microsoft, Google, Apple… tienen problemas para resolver bugs a tiempo o desplegarlos a su clientes (especialmente doloroso es el caso de la fragmentación de Android), el panorama de los fabricantes de automóviles se antoja complicado.
Madurez software y legislación:
Por otro lado, está la criticidad del automóvil, es un quebradero de cabeza un ransomware en tu PC, pero aún más quedarnos sin frenos o perder el control del coche por un ciberataque.
En el caso de Tesla, la apuesta por el software, y por tanto por la seguridad del mismo es fuerte, con grandes recompensas por encontrar agujeros o bugs. Esto por un lado da tranquilidad, pero no es menos cierto que a día de hoy muchas de las funcionalidades que trae el coche están en modo beta o testing, y la legislación actual no parece poner muchos peros al respecto.
Por ejemplo, Tesla permite que desde el smartphone llames al coche y si está aparcado en un lugar cercano vaya a buscarte, esto puede ser muy útil en el aparcamiento del súper, ahorrandote el viaje con el carrito al coche, esta funcionalidad está activa, y entiendo ha pasado la legislación pertinente, sin embargo, se encuentra en modo beta y de hecho los concesionarios advierten sobre su uso; en todo caso, la realidad que puede verse en miles de videos de youtube, es que hay más probabilidades de que el coche se estampe en el aparcamiento, a que llegue a tí para meter la compra dentro.
Otro ejemplo, la reciente campaña viral de Burguer King, y es que el autopilot de Tesla confunde el logo de esa cadena con la señal de STOP, lo cual ha sido aprovechado por la cadena de comida rápida, para lanzar una campaña en internet, alabando la sabiduría de la inteligencia artificial del coche que se para en sus establecimientos, y regalando una whooper a todo el propietario de un Tesla que se acerque.
Y como estos ejemplos otros muchos, que desgraciadamente no han terminado en broma sino en accidentes graves, especialmente en lo relativo a la conducción autónoma del famoso autopilot, tan en entredicho. Está claro que Tesla es la marca que más se ha arriesgado con su software, facilitando nuevas funcionalidades claramente enfocadas en el futuro, pero no es menos cierto que muchas de éstas, se encuentran inmaduras, presentan fallos y al menos por ahora, no parece que haya una legislación clara al respecto.
Ciberseguridad:
Recientemente en la conferencia de seguridad Pwn2Own de 2019, Tesla llevó un Model 3 para ver si alguien conseguía hackearlo, a cambio una recompensa y el propio coche pirateado. Finalmente dos personas, Amat Cama y Richard Zhu, tomaron el control del coche a través del sistema de infoentretenimiento del coche, basado en Chromium (navegador open source de Google en paralelo a Chrome) que tenía un bug de seguridad.
Hace algo más de tiempo, desde la Universidad KU Leaven, descubrieron cómo clonar remotamente la llave de un Tesla en menos de 2 segundos, para lo cual descifraron el código protegido por una clave criptográfica débil de 40 bits, con unos equipos electrónicos que no llegan a los 600€ de coste.
Y por poner otro ejemplo concreto, la empresa de software McAfee logró confundir a autopilot simplemente con cinta adhesiva negra sobre señales de tráfico, provocando que el sistema detectara una vía de 35 millas por hora como de 85 millas por hora. https://www.youtube.com/watch?time_continue=15&v=4uGV_fRj0UA&feature=emb_logo
Conclusiones:
Con todo lo anterior simplemente reflexionamos sobre lo que nos espera en el futuro, es posible que el coche llegue a ser un quebradero de seguridad, más aún de lo que es actualmente nuestro móvil o PC, y es imperante la necesidad de una legislación clara, que asegure un entorno de buenas prácticas, y calidad de desarrollo software en una industria tan crítica como la del automóvil.