Antes de continuar, quería disculparme porque últimamente tengo bastante abandonado el presente blog, y muchos me habéis preguntado por ello. Simplemente el problema es que las 24 horas de las que consta el día se quedan escasas -qué os voy a contar que no sepáis- y al final lo que más se resiente es el tiempo dedicado a uno mismo: a cuidarse, o a hobbies (como puede considerarse el presente blog). Porque a día de hoy ciberseguridadtotal.com es un hobby, que no pretende ni mucho menos monetizarse, entre otras cosas por el simple hecho de que vivir de un blog actualmente, no es viable, o no lo es si no hay algo detrás de esa imagen pública que sí reporte beneficios reales, y esto hay que hablarlo en plata, porque hay millones de vendedores de humo en internet que aseguran todo lo contrario (esos mismos que se lucran con cursos y formaciones virales orientadas a enseñarte el método mágico de forrarte desde casa sin dar palo al agua). 

Que oye, siempre hay alguna excepción, y algunos se convierten en celebridades a lo Ibai Llanos o Chema Alonso, pero eso además de conllevar sinónimos de suerte y excepcionalidad, conlleva una dedicación absoluta a dicha empresa, es decir, esas personas se han currado y mucho llegar dónde están, y como es lógico, si ya tienes otras responsabilidades laborables, encontramos otra incompatibilidad definitiva: llegamos al límite de 24 horas que tiene el día.

En todo caso no me lío más con el preámbulo, porque al final termino hablando de otras cosas que poco tienen que ver con el título -a tomar vientos el SEO-, simplemente comentar que este blog sigue activo, pero lo mantiene un único tipo a ratos libres que hace lo que puede, y que en este caso ayer estaba comiendo una sandía a precio de lujo, pensando cómo era posible que el agricultor de turno, que es la persona que se la juega, que se ha currado en definitiva que esa fruta que tenía entre mis manos existiera, recibiese menos de un 30% del valor que yo había pagado en el supermercado.

Y la respuesta es simple: los intermediarios. ¿Y qué tienen que ver las sandías con este blog? bueno, pues por un lado la sandía es una fruta excelente y riquísima que estoy seguro es de interés para todos y va a dar millones decenas de visitas a este post, y por otro porque en el mundo digital, al igual que con la fruta, los intermediarios están en todas partes y con un papel igualmente abusivo.

El rollo por ponernos en perspectiva es el siguiente: hay un negocio tradicional, imaginemos un taller, centrado en hacer lo mejor posible su trabajo, que no es otra cosa que arreglar coches. Y de repente aparece una startup (vienen a la mente los Uber, Glovo…) que a través de una aplicación móvil te facilita enormemente el tema de pasar por el taller – todo esto es un supuesto que me voy inventando sobre la marcha-, pero imaginemos que desde esa app con simplemente un par de clicks indicas que tu coche necesita una revisión, cuando te viene bien que pasen a recogerlo y cuando lo quieres de vuelta, y voilá, sin viajes de ida y vuelta al taller, pagando con paypal o cualquier historia similar, pasas la revisión gastando 5 minutos de tu vida. ¿Todo genial no? Bueno, pues no tanto, porque ese nuevo actor de turno que aparece, no es otra cosa que un intermediario, que entre otras cosas provoca que:

  • Se encarezcan los servicios: al final arreglar el coche tiene un coste, el del taller, y sobre este coste se añade otro, el de la startup imaginaria que lógicamente no trabaja por amor al arte. ¿Por qué muchas veces como usuarios no notamos ese sobrecoste? Pues porque habitualmente esas startups juegan con la ventaja de que pueden permitirse jugar bajo coste o a pérdidas, de lo cuál me extenderé en el siguiente punto, y una vez reparten el bacalao y se han quedado con un porcentaje significativo del mercado, voltean la situación de 2 maneras: subiendo precios a los clientes, y apretando a los talleres para que rebajen sus tarifas del mismo modo que ocurre con las sandías y los agricultores.
  • Competencia desleal: relacionada a trabajar bajo coste o con pérdidas. Nadie se imagina abrir una empresa, y que ésta pueda mantenerse viva y crecer, sin tener beneficio alguno durante años, sin embargo esto es muy habitual en las startups. Surge una idea innovadora, hay un interés e inversión en la misma -hablamos de muchos millones habitualmente-, y básicamente ese es el ciclo. Los inversores iniciales ganan dinero vendiendo sus participaciones una vez la empresa se va revalorizando por ganar presencia, número de usuarios o por salir a cotizar a bolsa, y los fundadores, CEO y directivos se embolsan millones a través de sus puestos en el organigrama. Pero vamos a poner un ejemplo concreto, Spotify, que para mi es la mejor plataforma musical existente (creo que ninguna es capaz de capaz de igualar el algoritmo de sugerencias que posee, y el interfaz de usuario), es una empresa que durante sus aproximadamente 15 años jamás ha conseguido una rentabilidad sostenida, y para más inri su perspectiva de futuro es un entorno más hostil que nunca, con una competencia feroz (apple music, amazon music, youtube…), y sin embargo ahí está, es un gigante digital, y su revalorización -el precio de sus acciones- se ha visto medido por el número y crecimiento de usuarios, y no por el beneficio generado.
  • Servicio al cliente: el problema de este tipo de intermediarios, es la opacidad que conllevan con quién realmente te da el servicio en último término, lo cuál puede generar desagradables sorpresas. En el ejemplo del taller, cuando pasas la revisión sueles acudir a un lugar de confianza, y por supuesto el trato es directo con quién va a manipular tu automóvil, esto se pierde con el intermediario, que por lo pronto no te derivará al mejor taller, sino al más barato. Un buen ejemplo son las cocinas fantasmas de los típicos Uber eats, iFood y similares, esto básicamente consiste en que realmente estos gigantes digitales, no verifican que el restaurante de turno que vemos en la aplicación exista, con lo que éste local puede ser ficticio, y la comida que comes puede que te llegue de un garaje de mala muerte que no ha pasado ninguna inspección sanitaria ni nada que se le parezca. Tu ves en la app de turno el sitio, que luce genial, que posee una dirección física e incluso buenas notas, pero nadie ha verificado que eso exista realmente. De hecho hace unos años salió una noticia curiosa, el 10% de los locales de restauración mejor valorados en GruHub, realmente no existían. Este ejemplo de la comida es extrapolable a otros servicios, hay muchos casos de personas que han reservado un maravilloso apartamento de vacaciones a través de Airbnb, y al llegar se han encontrado algo que poco tiene que ver con la descripción original, y para más inri, ocurre otro problema añadido, estas plataformas suelen funcionar como un reloj para darse de alta o adquirir servicios, con procesos claros, sencillos y rápidos, pero a la hora de obtener soporte o darse de baja, es otro cantar bien diferente.
  • Cambio de condiciones: que en el mundo digital es tan sencillo como una actualización software. De repente la app de taller de la que hablábamos, te dice que si quieres que te recojan el coche, tiene un sobrecoste de 20%, y así te quedas, lo tomas o lo dejas. Esto está muy relacionado a lo que hablamos de trabajar a pérdidas, es algo muy habitual para ganar cuota de mercado y posición de poder en la estipulación de precios, pero una vez tienen la sartén por el mango, las condiciones cambian rápidamente. Lo vemos a diario, los gastos de envío que eran gratis (Zara, Asos…) de repente tienen un coste, las plataformas de contenidos que siempre han hecho la vista gorda en lo relativo a compartir cuentas (Netflix y similar), de repente se ponen serias, etc. Un par de ejemplos significativos que ayudarán a entenderlo, cuando tu coges un taxi, pagas una tarifa X por los kilómetros y tiempo recorridos, independientemente de que te dirijas a tu casa, a tu trabajo o a un concierto, seguramente nos echaríamos las manos a la cabeza, si el taxista hiciese algo parecido a lo de Uber en el pasado concierto de Mad Cool en Madrid el pasado mes de julio. Más de 70.000 personas salieron del concierto, y se encontraron con tarifas de Uber que rondaban los 150€, ¿por qué? pues porque Uber posee un algoritmo que en base a diferentes cuestiones, como la demanda, coches disponibles… fija un precio u otro, y aquí se pusieron las botas, más teniendo en cuenta que a los taxistas no les dejaron acercarse al recinto, y la parada más cercana estaba a 15 minutos andando. Otro ejemplo curioso, Booking, un monstruo que gestiona más del 70% de reservas de hoteles online en Europa, obliga a que los hoteles no puedan fijar precios más baratos en sus propios portales, la UE ha tomado medidas, pero no será hasta dentro de un par de años que veamos efectiva la nueva ley.

Y así podríamos listar ejemplos por cada servicio digital que consumimos, que ves un anuncio en un periódico, blog o revista on-line, pues el que se lleva el mayor beneficio es Google como intermediario, de hecho Google y Facebook se llevan el 70% del negocio de publicidad en España. En ese anuncio hay otros actores, por un lado el anunciante, que en muchos casos está completamente a merced del intermediario debido a su modelo de negocio, por ejemplo, unas gafas como Hawkers, alcanzaron fama por su buen hacer en plataformas de marketing como Facebook, el problema es que de un día para otro Facebook subió las tarifas de publicidad y casi termina cargándose la marca, ¿el motivo?, pues básicamente que el medio de venta por excelencia para Hawkers era ese tipo de plataformas online y las condiciones cambiaron sin que pudiesen hacer nada al respecto, y que una marca de gafas de sol como Ray-ban, cuyos productos rondan los 100€, puede dedicar 20€ por unidad a publicidad, pero una marca como Hawkers cuyos productos rondan los 25€ no. El otro actor del anuncio es la plataforma dónde aparecen, y al respecto ¿no os habéis dado cuenta de que cada vez es más exagerada la publicidad online?, entras en un periódico, en un blog o dónde sea, y aparecen anuncios por todas partes, con tamaños enormes que tapan media pantalla, incrustados de tal manera que parecen contenidos originales… pues para más inri, esos periódicos o blogs cada vez reciben menos dinero del intermediario, y precisamente ese es uno de los motivos por los que se prestan a añadir cada vez más secciones para publicidad, y en definitiva a dañar su propia imagen de marca para mantener esa partida de beneficios.

En resumen, no pretendo poner a los intermediarios como los malos de la película, son innumerables las veces en que el valor añadido que proporcionan es indispensable en el buen desarrollo de la actividad económica. Pero creo que es importante darnos cuenta de que muchas veces se produce un abuso, y este abuso no sólo está relacionado a los productos físicos que adquirimos en el supermercado. En el mundo digital e internet, esto es mucho más habitual de lo que parece, y es importante notarlo, sobre todo a la hora de elegir entre diferentes productos y servicios, tratando de elegir la mejor opción en la balanza, independientemente de que no sea la más barata o cómoda.