Aunque parezca increíble, el internet que conocemos y usamos a diario, millones de páginas y sitios web de todos los tipos y colores (tiendas on-line, redes sociales, webs corporativas, blogs de actualidad, etc, etc, etc…), únicamente suponen aproximadamente el 10% de lo que es el total de Internet.

Y ese 10% no es moco de pavo, se calcula que aproximadamente hay 1,8 billones de sitios web indexados en los típicos buscadores (Google, Bing…) en este internet que todos conocemos: https://www.internetlivestats.com/total-number-of-websites/, y que vamos a designar a partir de ahora, con el nombre de Surface web.

Llegados aquí, la pregunta lógica es ¿Qué demonios es el 90% del internet restante?

Pues el siguiente gráfico de iceberg, aunque poco original porque es el típico utilizado para explicar esta división o capas, es realmente aclaratorio:

Resumiendo el dibujo anterior, podemos decir que la Surface web, o Red limpia de superficie, es el internet “conocido”, esa parte de sitios indexados en los buscadores que usamos a diario (Google, Bing…), así como sitios que sin estar indexados son más que reconocidos (Twitter, Instagram, Facebook…), todos ellos con la característica común de que son accesibles de un modo sencillo a través de nuestro navegador favorito.

La siguiente capa, es la conocida como Deep Web, y aquí suele haber confusión, ya que muchos catalogan este espacio como el prohibido, lleno de actividades ilegales al margen de la ley, cuando en realidad eso corresponde a una capa inferior.

La Deep Web o Invisible Web, que como comentamos es aproximadamente el 90% de lo que ocupa internet, se puede decir que es lo contrario a la Surface Web, es decir, agrupa a sitios que no son fácilmente accesibles, porque no están indexados o están protegidos y no tienen un acceso público. Este concepto claro está, agrupa innumerables casos, desde ficheros guardados en Google Drive, a correos electrónicos almacenados en nuestra bandeja de entrada, o sitios corporativos privados que requieren un acceso de usuario. También agrupa a cualquier sitio que en su robots.txt (el fichero que leen los buscadores) rechace indexación (Disallow), o páginas dinámicas temporales, como cuando generas una búsqueda en una web de viajes, o formas un carrito de la compra en una tienda on-line que luego desaparece una vez tramitado.

Y por último llegamos al “bicho malo”, la Dark Web, que forma parte de la Deep Web, y se estima ocupa aproximadamente un 0,1% de ésta.

La Dark Web posee características muy definidas, la primera es que para acceder a la misma se necesita un software específico, no vale con nuestro navegador habitual. Las páginas que forman la Dark Web poseen enlaces y dominios particulares, que requieren de programas dedicados, en este sentido, probablemente el más típico y famoso sea TOR: https://www.torproject.org/ 

Como curiosidad, existen herramientas como Onion.city: http://onion.city/, una especie de buscador capaz de indexar páginas .onion de los servicios ocultos de TOR. Este buscador en realidad es un proxy a Tor2web, y aunque no permita navegar por la Dark web, si que nos permitirá hacernos una idea de lo que podemos encontrarnos en esta red oscura a partir de los resultados propuestos en la búsqueda, y todo ello directamente, sin programas específicos de por medio.

Relativo a los contenidos de la Dark web hay muchos mitos, pero efectivamente su uso está relacionado a actividades ilegales. Dentro puede encontrarse de todo: servicios de hacking, lavado de bitcoin, falsificaciones, drogas, sexo, armas, mercado negro… 

Por último, por tratar de ser más exactos, aunque quizá es rizar el rizo, ya que con los conceptos anteriores queda claro cómo está organizada la World Wide Web. Se puede decir que la Dark Web está dividida o formada por Darknets, que son las redes como el mencionado TOR o I2P, que alojan las páginas de esta red oscura.