Debido a la crisis del covid-19, activamos en la empresa donde trabajo el protocolo de teletrabajo. Han sido aproximadamente 2 meses en esta situación, y ahora, la dirección del centro ha tomado la decisión de volver físicamente a la oficina. 

Creo es el momento perfecto para reflexionar y compartir cómo ha sido la experiencia de trabajar desde casa, y sacar unas conclusiones, que adelanto me han sorprendido sobre la idea preconcebida que tenía de este tipo de desarrollo de la actividad laboral.

Lo primero de todo es poner en antecedentes mi situación particular, mis labores principales son relativas a la administración de sistemas, aunque también participo en atención a usuarios con casos complicados o más relación a sysadmin, y dedico gran parte de tiempo a diseño y desarrollo web. Es decir, mi actividad se desarrolla frente a la pantalla de un ordenador. En este sentido, trabajar desde casa no ha supuesto cambio significativo, en mi hogar, mi pareja y yo habilitamos una habitación vacía a modo de “despacho” hace tiempo, un lugar tranquilo con una mesa de escritorio enorme para 2 portátiles, buena cobertura wifi a través de un router más avanzado al típico que ofrecen las operadoras, 2 sillas de oficina cómodas y una pantalla grande de 23”. Es el típico sitio donde encuentras también 2 pesas en el suelo y una pelota gigante de pilates. En todo caso, a lo que voy, he podido trabajar en un sitio equipado y tranquilo, sin echar falta nada de la oficina.

De cara al acceso a la información, desde hace años habilitamos en la empresa y de hecho utilizamos habitualmente, un servicio VPN para acceder de manera segura a los recursos IT del Centro. De cara a este servicio, recientemente renovamos el firewall principal de la empresa, que se encuentra perfectamente escalado y actualizado. Por otro lado, la línea de datos del centro de carácter simétrico, también posee un ancho de banda suficiente, y de hecho recientemente ampliamos capacidad para adecuarnos a usos de este tipo, y accesos a clouds externos. Por tanto, los recursos y accesos han sido transparentes en este sentido, sin lag alguno, del mismo modo a como si físicamente estuviese en la oficina.

En lo relativo a comunicación, disponemos de nuestro propio servicio de Chat y videoconferencias, basado en una solución Open Source (RocketChat), muy similar al popular Slack, de modo que la comunicación con el resto de equipo de Informática u otros compañeros de la empresa, ha podido ser sencilla y constante, y únicamente me ha obligado a peinarme un poco antes de aparecer por la webcam. Respecto al acceso a la administración de equipos remotos o soporte a usuario, se ha mantenido la misma metodología de siempre: conexión por SSH a servicios críticos, o por escritorio remoto/VNC a equipos de usuario. Por tanto, en este sentido no ha habido cambios significativos, de hecho la funcionalidad de Chat la teníamos altamente explotada en el departamento previo a activar teletrabajo, es para muchas tareas, más productivo que el correo ordinario.

Como adelanté, este es mi caso particular, es decir, entiendo haya compañeros que quizá no hayan tenido un lugar tranquilo para trabajar, una conexión a internet decente o se hayan encontrado otros peros, pero en este sentido, yo por ejemplo no he tenido problemas de ningún tipo.

Teniendo los pilares anteriores, tanto de espacio como técnicos, ahora podemos ir al meollo de la cuestión, reflexionar sobre esta experiencia de “teletrabajar”. Y sin duda, puedo adelantar que me ha sorprendido para bien, y me explico:

  • Por un lado creo que puede mejorar la productividad entre un 15-20%. En mi caso, lo habitual es tener mil interrupciones al día durante el desarrollo de mi actividad laboral, eso supone a veces un handicap muy grande, ya que cortas una tarea para llevar a cabo otras, y luego tienes que volver a tratar de concentrarte en el frente abierto hace horas. Interrupciones de teléfono, consultas de compañeros, dudas, tareas urgentes, en ocasiones se hace complicado esta gestión. Sin embargo en casa, la concentración ha podido ser casi total. He de reconocer (sin que nadie me oiga), que en la oficina me he llegado a poner cascos sin música, sólo para tratar de tener algo más de concentración, aislarme de ruido y evitar algo de interrupciones.
  • Muy relacionado a lo anterior, está el tema de los niños, en casa tengo 2, la duda de cómo van a afectar a mi rendimiento, y la verdad que no he tenido problemas en este sentido. Decidí comenzar mi jornada lo más pronto posible, a las 6 am estaba ya en el puesto, de modo que cuando se han despertado, yo ya había hecho más de la mitad de la jornada, y justo podía tomarme el descanso típico de la oficina de 30 minutos para vestirles, prepararles el desayuno o hacer las camas. Para el resto de la jornada, ya con ellos levantados tampoco ha sido problema, al final entre que desayunan y tienen un rato de dibujos, se trata de rellenar simplemente 2 horas y media, que perfectamente están entretenidos jugando juntos. Es probable que de tener 1 niño en lugar de 2, esto hubiese sido otra historia al no estar entretenido o demandarte más, pero aplicado a mi caso, no ha habido problemas.
  • Mejora documental: con la experiencia de la normalización en ISO 20000 e ISO 27001,  adoptamos una metodología de registro y documentación ahora esencial en nuestro modus operandi, sin embargo ocurre que muchas veces terminas documentando no al momento de finalizar una tarea o trabajo, sino cuando sacas un rato para ello. Entre medias puedes haber olvidado cosas, la documentación se lleva a cabo sin tenerlo fresco, o tardas más por tener que volver a consultar bash_history o similar. En modo teletrabajo he podido recuperar las buenas prácticas, organizarme mejor, y la documentación ha estado mucho más al día.
  • He podido mejorar la aplicación de parches y actualizaciones de los equipos IT. Al levantarme pronto, he podido llevar a cabo las tareas de mantenimiento y reinicio de equipos, antes de que el resto de personal comenzase a trabajar, sin ocasionar el típico trastorno de corte de servicio. Antes, estas tareas trataba de realizarlas por la tarde, o en fin de semana, pero siempre solía haber alguien conectado. 

Existen otras cuestiones importantes a tratar, como la duración de la jornada. En este sentido es verdad que a veces cuesta “desconectar” en modo teletrabajo. Ya sea porque pesa la propia responsabilidad personal de cada uno, por cargar además con la responsabilidad intrínseca a tu trabajo de que un fallo en la infraestructura IT pueda provocar que el resto de compañeros no puedan teletrabajar, o por el miedo a que ahí, sólo en casa consideren que no estás implicado al 100% de manera remota… no sabría explicarlo muy bien… pero el caso es que uno está mucho más pendiente del chat, móvil y correo electrónico, y terminas contestando en horas que habitualmente no hubieses contestado, o conectándote varias veces tras terminar la jornada ordinaria.

En todo caso, también hablando de mi caso particular, habitualmente dedico casi 2 horas para ir de casa a la oficina y de la oficina a casa. Aún dedicando media más al día a trabajar, sigo ganando otra hora y media de tiempo libre para recuperar incluso sanas costumbres como las de utilizar las pesas de las os hablé en mi habitación-oficina, que llevaban años cogiendo polvo.

Así que en resumen, la experiencia de mi “teletrabajo” ha sido estupenda, por supuesto es triste que esté relacionada a una crisis como en la que estamos, y ojalá salgamos pronto de ésta. Pero en lo que concierne a la temática de este artículo, espero muchas empresas hayan visto que esta manera de desarrollar el trabajo puede ser beneficiosa, y en un futuro no muy lejano, sobre todo en centros con una mentalidad abierta y moderna, nos permita una mejor compatibilidad de la vida profesional y personal, aunque sólo sea simplemente asignando parte de nuestra jornada a modo remoto.